jueves, 2 de agosto de 2012

Francia - dicen que la 3ª es la vencida

Cruzamos nuevamente los Pirineos, esta vez por una parte más baja del cordón montañoso, y seguimos hasta Toulousse; allí nos esperaba un nuevo parate. Ya habíamos visitado unos talleres mecánicos por un par de problemas menores en España y Francia, pero nuevamente la Gorda quería hacerse una cirugía mayor (esta vez problemas de válvulas, ¿que será la próxima? se querrá poner botox en las ruedas?). Lamentablemente justo caímos en los preparativos para el encuentro anual de VW en Francia, por lo que todos los talleres estarían cerrados una semana. Ni la gran ayuda ofrecida por Iris y Frank nos podía salvar (visiten su página: www.amerikando.com ).
 Sumado a esto se presenta nuestro problema de ilegalidad, ya que se agotaba nuestra visa en el Espacio Schengen.  Así comenzamos a deambular por embajadas y la prefecture francesa, pero nadie podía ni sabían mucho como ayudarnos, más que decirnos que salgamos cuanto antes. Claro ahora no es tan fácil,  casi todos los países están dentro de este espacio y nos tenemos que ir hasta el lejano Este para estar a salvo de este atropello a la libertad de movimientos. Vale la pena aclarar esto, ya que antes se podía estar 90 días en cada país, pero ahora es la misma cantidad para 20 y pico de países. Se pensaran que porque uno es sudaka no pueden mantenerse viajando más de ese tiempo.
En fin… Toulousse nos llamó la atención  la cantidad de gente viviendo en la calle (especialmente punkies con perros).
Luego decidimos ir a Suiza a ver qué onda (está fuera de la Comunidad, pero dentro de Schengen) con un certificado de haber dejado la Kombi en un taller.

Suiza
31 de Mayo – Último tren a Ginebra con una parada antes en Lyon; de ahí a Berna. Llegamos a la tarde y nos ubicamos en un hostel. Caminamos por sus empinadas calles y paseos junto al río.

En el Museo Paul Klee


Ciudad Berna

 Otra vez averiguaciones sobre nuestra situación, hasta que finalmente en la Office de la Population nos dieron un permiso de estadía por 5 días en su país. Con este salvo conducto continuamos hasta Interlaken.
Allí hicimos unos días de campamento entre lagos y sonidos de campanitas de las vacas y cabras pastoreando en la montaña. Esta música hizo que a Nacho le diera ganas de comerse un asadito, pero la lluvia (que nos inundó la carpa) y el precio de la carne, le hicieron cambiar de idea; Plan B: fondue.
Interlaken



No es Heidi



Vuelta otra vez entre montañas y paisajes de maqueta hasta Ginebra, donde pasamos nuestro último día de gracia en Suiza, entre alguna embajada más y camping frente al lago.
 
















 


Todavía quedaba días post-operatorios de la Gorda y aprovechamos para visitar un poco más. Antes del toque de queda ya estábamos en el tren que nos llevaba a Marsella. Llegamos como a las 12 de la noche a una ciudad bastante más pobre y sucia que las del resto de Francia y ya a esa hora no había nadie en la calle, suerte alcanzamos el último bondi que nos acercaba al hostel; Arribamos como a las 2 de la madrugada y al día siguiente pateamos la ciudad, como siempre.
La Piedad
Ciudad Marsella
 
 



Para continuar, todavía sin la Kombi, también jugamos a ser estrellas y nos fuimos hasta Cannes, solo por un día.
Como pintaban bastante calurosos los días, nos tomamos un ferry hasta Córcega, con barcito y boliche incluido (aunque solo tenían un CD de Michael Jackson). En la Isla donde nació Napoleón estuvimos dos días en Bonifacio.





 


 







 
 



Vuelta al continente enfilamos derecho a Toulousse a buscar a la Gordi, pero que le faltaba un día más porque se estaba haciendo las uñas. Así conocimos a Alex, un habitué del taller que nos invitó a dormir a su casa. Pobre, estaba muy preocupado por dejar una buena imagen de fraternidad de los franceses… él lo logró.


la persona que está en el fondo es Alex

Al día siguiente no alcanzamos en decir ¡bonjour! que ya estábamos en la ruta otra vez los tres.
La última perla francesa se la mandó Patri cuando, en una panadería, le preguntaron si quería la baguette –comme Si o comme Ça?- y ella respondió con un gesto de obviedad -¡con sal!- nos cagamos de risa, hasta la vendedora.

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