La idea era llegar a Guça, ubicada en las montañas de Serbia, para asistir al festival de música gitana que dura una semana. Para lograrlo teníamos que cruzar Rumania, una pequeña parte de Bulgaria y otro trecho en Serbia.
Todo bien hasta que llegamos a la frontera rumano-búlgara, cuando la simpática gallega del GPS dijo: -gire a la izquierda y tome el ferri!- y nosotros pensando que había un puente para cruzar el Danubio. A todo esto, obviamente, debíamos pagar y no teníamos mucho efectivo; luego de discutir el precio nos hicieron una rebaja y subimos a la embarcación. Otra vez discusión con los búlgaros (gente de pocas pulgas) porque nos querían cobrar un seguro solo por atravesar 50 km.; de mala gana nos dejaron seguir sin pagar.
Finalmente, como a las 10 de la noche y luego de andar como 2 horas a paso de hombre, llegamos a la pequeña Guça, copada por borrachos serbios bailando al compás de las trompetas. Un quilombo importante, realmente una fiesta!
Aquí pasamos dos días, entre bandas tocando en la calle, rakja, chanchos girando sobre las brasas y nosotros girando en una vuelta al mundo de dudosa seguridad.
Antes de cruzar la frontera hacia Bosnia, hicimos un alto en el simpático pueblo de Mokra Gora, lugar donde Kusturica filmó “La vida es un milagro”.
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